martes, 15 de octubre de 2013

Diario de un corazón. Parte IV: Palabras.

Palabras, palabras que alimentan, que quitan la sed, entretienen, alegran, entristecen, prometen, ilusionan, te mantienen firme, pero son eso, palabras; un conjunto de letras... palabras, palabras que generan sentimientos;
sentimientos que destruyen. Destruyen almas ya destruidas, ya reformadas, almas heridas, almas y corazones; corazones que también han sido atacados. Queremos reforzarlos, nos creemos fuertes, valientes, invencibles, con nuestra coraza por delante, capaces de enfrentarnos a una guerra dolorosa, al amor del siglo XXI.

Corazones y almas contra palabras, palabras que alimentan, que quitan la sed, entretienen, alegran, entristecen, prometen, ilusionan, te mantienen firme, pero sólo son eso, palabras; palabras que sobre todo... ¡DESTRUYEN!


Diario de un corazón. Parte III: Monotonía.

Monotonía, mezclando noches, tabaco, preguntas existenciales. Convirtiendo todos los besos que nunca nos dimos en bonitos textos que acabé perdiendo por ahí, no sé, hace tiempo que no ordeno ni mi vida ni mi habitación. Desde aquel día vi más oportuno abrir la puerta, salir y enfrentarme a la oscuridad, o a la luz, o quizás era ese juego de sombras que habías creado en mi corazón.
Monotonía, esta vez en un sentido más diferente, abrir puertas, ventanas, romper muros, conocer gente, regalar sonrisas y permitir que te las regalen, dejar que la luz entre a ese pasillo que nunca me habías dejado ver, la oscuridad es oscuridad hasta el año, mes, semana, día, hora, minuto, segundo en el que decidas dejar entrar la luz.
Deja la puerta abierta y no te quedes ahí parado porque estorbas y hay alguien que quiere entrar para arreglar el cortocircuito que dejaste en mi corazón.

Dedicado a todos esos corazones capaces de enamorarse de corazones tóxicos.